“Entré en la construcción pensando que no era mi lugar, que no encajaría, y me he llevado una sorpresa”

“Entré en la construcción pensando que no era mi lugar, que no encajaría, y me he llevado una sorpresa”

Sandra Botella Bonilla terminó su formación en el Centro de la Fundación en Palma, hace dos meses, y ahora trabaja como peón de albañil para una empresa constructora de la isla. Entre sus propósitos destaca el de continuar formándose en materia de PRL o en digitalización aplicada a la construcción

Tras toda una vida trabajando como administrativa, Sandra Botella Bonilla decidió probar suerte en la construcción, a sus 49 años de edad. El año pasado, Sandra se inscribió en el Certificado de Profesionalidad de nivel 1 de Operaciones Auxiliares de Revestimientos Continuos en Construcción en el Centro de Formación de la Fundación Laboral de Palma, en Mallorca. Hoy trabaja como peón de albañil en una empresa de la isla y cuenta con numerosos proyectos para su futuro, en un sector en el que no se imaginaba trabajar y que le ha «sorprendido».

PREGUNTA.- ¿Por qué decidiste inscribirte en el curso para obtener el Certificado?

RESPUESTA.- Cuando me apunté yo estaba desempleada y llevaba mucho tiempo sin tener contratos con jornada completa. Estaba buscando una formación que me permitiera ampliar mis conocimientos y vi ese curso sobre construcción, algo en lo que no tenía ninguna experiencia. Pregunté si podía apuntarme, aunque no supiera nada y me dijeron que sí. Entré un poco por probar, pensando que no era mi lugar, que no encajaría, y me he llevado una sorpresa.

P.- ¿Qué imagen tenías de la construcción?

R.- Antes de llegar tenía algún conocido en el sector y sabía que el obrero ya no tiene el perfil de ser una persona sin formación. En la construcción hay un ambiente más variado, con personas de diferentes culturas. De hecho, estoy muy contenta porque mis compañeros me respetan mucho, no solo por ser mujer, sino por no tener experiencia. No tienen ningún problema para enseñarme cómo hacer las cosas. Tienen paciencia conmigo y eso es de agradecer.

P.- ¿A qué te dedicabas antes?

R.- Yo antes trabajaba de administrativa y también me he dedicado a la enseñanza de temas tecnológicos, de programación, un sector donde tampoco hay muchas mujeres. Curiosamente, he notado más caras de sorpresa o extrañeza en el sector tecnológico que en la construcción.

P.- ¿Dudaste en algún momento en lanzarte a este sector por el hecho de ser mujer?

R.- En un principio pensé que este curso estaba dirigido a hombres, no solo por la tradición, sino porque a veces el trabajo requiere una cantidad de fuerza física y envergadura corporal más propia de los hombres. Yo soy una mujer que mide un metro y medio y pregunté si eso era un impedimento. No era solo el hecho de ser hombre o mujer lo que más me podía echar para atrás, sino el tema físico. Y no fue un problema. En la construcción a veces necesitas personas que hagan el trabajo duro, de fuerza, y trabajadores que hagan el trabajo “fino”. Puedes encajar también en esta parte.

P.- ¿Qué recuerdo guardas de tu paso por el curso?

R.- El curso me gustó bastante. Cuando ‘te metes’ en un campo nuevo, todo es interesante, porque todo te viene bien para aprender. Sin embargo, en la parte práctica me notaba un poco más perdida que mis compañeros y me enfadaba conmigo misma porque las cosas no me salían a la primera, pero era cuestión de tiempo. Además, era la única mujer en la clase y no tuve ningún problema. Mis compañeros fueron muy respetuosos, ni se extrañaron al verme el primer día. Lo vieron como una cosa normal.

P.- ¿Cómo recuerdas tu primer día a pie de obra en las prácticas?

R.- El primer día nos mandaron a un compañero del curso y a mí a la misma obra. El encargado procuró ponerme en sitios donde pudiera tocar un poco de todo dentro de lo que había aprendido en el curso. Algunos compañeros sí se extrañaron al principio, pero he acabado siendo una más. Después de las prácticas nos llamaron para incorporarnos a la obra y, por el momento, tengo un contrato de tres meses, prorrogable.

P.- ¿Cómo resulta compaginar tu trabajo con la vida familiar?

R.- Este sector no tiene un horario muy malo, no hay turnos. Tengo todos los días más o menos el mismo horario, lo que me permite organizarme bien las tardes cuando llego a casa. Además, en la obra donde trabajo no hacemos sábados y tengo el fin de semana para hacer otras cosas. Por otro lado, mis hijos ya son mayores y es más fácil de llevar, no tengo problema.

P.- ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

R.- Me gusta que no es siempre igual. Hay días que te toca hacer una pasta para unos rellenos, otros días me toca hacer pintura, acabados, remates… Esto hace que no sea un trabajo monótono. Por otro lado, lo que más me cuesta es algún trabajo físico, como el desescombro. Al final del día se nota, aunque sé que todo es habituarse. Al principio fue un poco duro, pero es parte del trabajo.

P.- ¿Has tenido algún problema en tu día a día en el trabajo por ser mujer?

R.- Uno de los mayores problemas que encuentro es que el vestuario aún no está adaptado a las mujeres. La ropa que llevo es de hombre, porque no hay pantalones de seguridad de mujer. Botas sí que he encontrado de mi número, pero todavía tienen toda la ropa en tamaño grande. Supongo que según haya más mujeres en el sector, esto se irá actualizando.

P.- ¿Has encontrado a más mujeres trabajando en el sector?

R.- Mi jefa de obra es una mujer, al igual que cuando hice las prácticas. También hay mujeres en temas de prevención de riesgos o calidad. Mujeres sí que hay, pero suelen estar en puestos técnicos y con una cierta formación. A pie de obra no hay casi ninguna, hay pocas. En mi empresa soy la única.

P.- ¿Por qué crees que las mujeres no se animan a formar parte del sector?

R.- Me imagino que, en parte, porque este es un trabajo duro físicamente y a lo mejor a no todas las mujeres les apetece hacerlo. También creo que hay pocas mujeres que se sientan cómodas en un ambiente con tantos hombres. Yo ya había trabajado con hombres en otros sectores y me han respetado siempre. No he tenido ningún problema.

P.- ¿Te arrepientes de no haberte lanzado antes a trabajar en el sector?

R.- No lo sé. Empecé desde cero buscando campos nuevos y no sé si se me podría haber ocurrido antes. Supongo que no lo intenté antes porque yo misma pensaba que no tenía las condiciones físicas más idóneas y eso me hacía no orientarme a este campo.

P.- ¿Piensas en seguir formándote en el sector?

R.- Sí. De hecho, he realizado otro curso de seguridad en la obra porque me interesa mucho el tema de la PRL y me quiero seguir formando en esta rama. También hay temas de digitalización aplicada a la construcción o realidad virtual que también me interesan mucho. La construcción es un oficio que haces con las manos, tiene el aliciente de ser algo artesano, y me resulta interesante porque hay muchos aspectos que no conocía. Me gustaría formarme en el sector para poder ir progresando.

P.- ¿Te has encontrado con gente joven trabajando en la construcción?

R.- El perfil con el que coincidí en el curso era sobre todo mayor, de 40 años para arriba. Después, en la obra, sí he visto a alguna persona joven que ha empezado temprano en alguna empresa familiar, pero no son muchos. Ahora los jóvenes se interesan por otros campos que resultan más atractivos, por ejemplo, en Baleares, tiene más tirón el tema turístico y los jóvenes no piensan en la construcción.

P.- ¿Cómo crees que va a evolucionar el sector en los próximos años?

R.- Ahora parece que está despegando; las empresas necesitan personal. También hay más gente que se apunta a los cursos, y seguro que se irán apuntando más mujeres.

P.- ¿Qué le dirías a una chica joven que se plantea formar parte del sector de la construcción?

R.- Yo le diría que lo probase. Que se apuntase porque luego te sorprendes y ves algún área que te gusta. Yo le animo a que pruebe y lo intente. No tiene que tener prejuicios ni entrar con ideas ya preconcebidas, porque este es un sector muy amplio. Por ejemplo, hay cursos de maquinaria que no son tan duros físicamente que pueden ser una opción.