Ocho mujeres, expertas en género, en formación y conocedoras del sector de la construcción, del que proceden la mayoría, se reunieron el viernes 18 de mayo en el primer grupo de discusión que organiza el proyecto europeo Women can Build. Las participantes estuvieron acompañadas por Javier González, responsable del departamento de Proyectos Internacionales de la Fundación Laboral de la Construcción; y Beatriz Oliete y Esther Rodríguez, técnicas responsables de Women can Build.
Uno de los objetivos de este encuentro de debate, que se desarrolló en la sede de la entidad paritaria, fue la identificación de barreras del tutor o tutora para impartir una clase inclusiva. De hecho, las asistentes llevaron a cabo una dinámica guiada por los representantes del proyecto, para contrastar y evaluar dicha identificación, clasificar las barreras en categorías y hacer propuestas de posibles medidas para abordar cada obstáculo.
Previamente, el equipo del proyecto les presentó a las asistentes la iniciativa europea, así como un avance de la primera encuesta para formadores de Alemania, Bélgica, España, Francia, Italia y Portugal, que se lanzó a principios del mes de mayo y de la que, próximamente, se publicarán los resultados.
Para fomentar el debate, se partió de una reflexión fundamental para el desarrollo del proyecto, destacando que, para incorporar eficazmente a la formación la igualdad de género, el formador o la formadora debe ser capaz de:
- Identificar las desigualdades de género y las brechas de género en su campo de actividad.
- Definir los objetivos de igualdad de género.
- Tener en cuenta el género al planificar e implementar políticas.
- Monitorear el progreso.
- Evaluar los programas desde una perspectiva de género.
Respecto a la identificación de barreras, se partió de una serie de preguntas que llevaron a una reflexión posterior conjunta, muy enriquecedora, ya que quedó patente que para afrontar la inclusión en la formación, así como en el resto de los ámbitos de la vida, es necesario un «desaprendizaje» educacional y cultural para volver a aprender. Un arduo esfuerzo para todas las personas que estén dispuestas a trabajar por la igualdad, ya que, tal y como recordó Beatriz Oliete: «Desarrollar una práctica no sexista y no discriminatoria implica en primer lugar trabajar ‘hacia adentro’, es decir, reconocer los propios prejuicios y estereotipos y analizar críticamente las propias prácticas docentes. Este es quizás el punto más complejo, ya que implica provocar primero un cambio personal para poder provocar consistentemente cambios en la escuela».